Cuando ya queda poco para que el verano se acabe en las zonas centrales y este de Argentina las personas esperan que Santa Rosa de Lima mande la tormenta que cortará con las sequías que suelen azotar a esa región durante la época invernal.
Así, el temporal de Santa Rosa o la Tormenta de Santa Rosa es la manera en la que se ha denominado al fenómeno climático que suele ocurrir alrededor del 30 de agosto, día en que se conmemora la fiesta de Santa Rosa de Lima.
La idiosincrasia popular latinoamericana se origina en un mito que reconoce poderes mágicos a Isabel Flores de Oliva que por la invocación de una fuerte tormenta evitó que holandeses que pirateaban en el océano pacífico invadieran la ciudad de Lima, en Perú. Por otra parte la versión científica dice que la tormenta se produce en esta época por el choque de la entrada de aire caliente con los frentes fríos australes producido por el advenimiento de la primavera.
Dice la leyenda que durante el año 1615 en Lima, o Ciudad de los Reyes (nombre con el que se la conocía entonces por ser capital del Virreinato del Perú), la monja Isabel Flores de Oliva, cuyo nombre religioso era Rosa, empezó una cadena de oración desde una pequeña iglesia en la que se pedía que no se produjera un asalto por parte de piratas holandeses. Éstos habían asaltado el puerto de El Callado, que estaba junto a Lima y el saqueo y la muerte que habían dejado los piratas a su paso había fundado terror en las comunidades de la zona. Pero el desembarco no se produjo ya que imprevistamente acaeció una terrible tormenta que hizo imposible el desembarco holandés en las costas peruanas. La presencia de la tormenta se atribuyó a los poderes de la religiosa.
Corrió la voz por toda América del Sur y se popularizó en Argentina, sobre todo en las zonas centrales, Córdoba, Cuyo, Buenos Aires, Santa Fé. Incluso la capital de La Pampa toma su nombre de la religiosa limeña, aunque en esa zona las tormentas escasean durante todo el año y es muy difícil que se produzcan, incluso en la fecha que marca el mito.