Sixto Palavecino, la conmovedora historia del violín del monte

sixto palavecino

La obra del reconocido artista Sixto Palavecino marcó un hito en la historia de la música de raíz folklórica. Don Sixto nació en 1915 en la localidad de Barrancas, Santiago del Estero, y dedicó su vida a la defensa del idioma de sus ancestros, el quichua, que procuró difundir a través de la música y la poesía.

Pasó su infancia en el monte, donde se levantaba bien temprano para cuidar de las majadas que se dirigían a los pastizales. Su contacto con las costumbres del campo y la fauna y flora de la región le brindaron gran sabiduría e inspiración y pronto la pasión por la música comenzó a florecer en el Sixto niño y pastor. En un principio, su madre no creía que ser músico fuera la mejor ocupación por lo que no le facilitó la obtención de un instrumento. Sin embargo, su deseo fue más fuerte y él mismo construyó su violín con gran habilidad artesanal. Así, este instrumento fabricado con maderas de una mesa vieja comenzó a sonar en los montes santiagueños y a guardarse, en horas de descanso, en un hueco de quebracho blanco que le servía de estuche. Una noche, Sixto se animó a presentar su violín en una reunión familiar y sorprendió a todos con su talento, como músico y como artesano. De esta manera, venció la oposición y comenzó a participar en las veladas lugareñas que eran animadas con la música del artista de sólo 10 años.

En 1941 se casó con Argelia del Carmen Monte, con quien tuvo un hijo y dos hijas. Con ellos, Haydeé, Carmen y Rubén, conformó el conjunto «Sixto Palavecino y sus hijos», con el que recorrió el país y se presentó en importantes escenarios y medios de comunicación como el Estadio del Luna Park, el programa de televisión «Sábados Circulares» de Mancera y el programa de Chela Jordán en Radio Libertad. En 1966 grabó con el sello RCA Víctor su primer disco, también llamado «Sixto Palavecino y sus hijos». A partir de allí, ingresa en el campo profesional de la música y para 1969 ya había grabado tres dobles que fueron reeditados por el éxito de la venta. Hoy todavía escuchamos «Agrede soy rizongón», el gato que lo popularizó.

Las obligaciones de sus hijos terminaron por disgregar el conjunto y Sixto se lanzó como solista, aferrándose al violín y al bandoneón. En sus temas mezclaba el quichua y el español como una herramienta de intercambio cultural y defensa de su lengua ancestral, que en ese momento estaba prohibida. Se destacó por cantar mientras tocaba el violín, virtud que fue muy reconocida por otros artistas. Radicado en Santiago, mientras vivía modestamente del oficio de peluquero, creó el famoso programa radial «Alero Quichua Santiagueño», cuya temática se dirige a difundir la cultura e identidad popular. En los años 80 León Gieco lo invitó a cantar con él y lo inmortalizó en el legendario disco “De Usuahia a La Quiaca”.

Sixto registró más de 300 obras escritas, tradujo al quechua el «Martín Fierro» y grabó más de 30 LP y cuatro discos compactos con chacareras, gatos y escondidos en quichua. Por su inmensa trayectoria, recibió gran cantidad de premios y reconocimientos, entre ellos, el Premio Carmín del Festival de Cosquín, el Premio Konex al mejor instrumentista de folklore, el Premio Martín Fierro por su trabajo en la traducción de la obra. Fue nombrado Personalidad Emérita de la Cultura y distinguido con el título Doctor honoris causa por la Universidad Nacional de Rosario, la más alta distinción académica otorgada a quienes contribuyen significativamente a la cultura, la ciencia o las artes.

Falleció en 2009 en Santiago del Estero, dejando una obra que lo inmortaliza, que suena, seguirá sonando y haciendo cantar y bailar a los amantes del género folklórico.

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