El contexto
El siglo XIX fue prolífero en figuras popularmente célebres. Sucedía que el aparato estatal perseguía al gaucho y lo criminalizaba. Coexistían, en ese entonces, dos regímenes legales: la ley formal del estado y la ley del gaucho.
Muchas veces estos dos sistemas chocaban. Había conflicto de intereses y eso resultaba en situaciones en donde el gaucho era configurado como delincuente. A partir de esto surgían persecuciones que la sociedad rural que poblaba el campo consideraba injustas. Consecuentemente, las personas se solidarizaban con los bandidos y los protegían. Ellos actuaban como una especie de Robin Hood, robaban, asaltaban a los ricos hacendados y repartían lo que sobraran entre los pobladores pobres de los pequeños pueblos.
Estos “maleantes” se convertían en héroes y eran venerados por las personas a las que ayudaban. La fama que alcanzaban no tenía límites, a tal punto que muchos de ellos han pasado a la historia. Uno de esos personajes emblemáticos que han vencido el paso del tiempo fue Guillermo Hoyo, más conocido como “Hormiga Negra”. En esta entrada les presentamos su historia, que de tanto boca en boca y misticismo telúrico ha alcanzado tintes de leyenda.
La historia de Hormiga Negra
El año que lo vio nacer fue 1837. Solo se hizo la fama que lo acompañó hasta su muerte. Era el hijo de la pampa, nacido en la provincia de Buenos Aires, su popularidad se construyó en base a su bravura. Las historias que de él se contaron fueron transformando se en mitos e hicieron de su protagonista una leyenda. Hasta Eduardo Gutiérrez escribió una novela en la que relata sus correrías. Le decían Hormiga Negra, igual que a su padre.
Era hijo de Leonardo Hoyo y Rosa Segas, Guillermo Hoyo, más conocido como ‘Hormiga Negra’, representaba al típico gaucho pendenciero, le gustaba andar por el campo en su caballo y frecuentar un boliche viejo, de los de antes, que se llamaba ‘Bola de Oro’
El apodo con el que se hizo famoso lo heredó de su padre. Éste se lo había ganado puesto que era un gaucho bravo, pero de baja estatura y cuando sacaba el facón, decían, que picaba más que una hormiga.
La novela de Gutiérrez lleva el mismo nombre que el gaucho, ‘Hormiga Negra’, y cuenta a lo largo de sus hojas las aventuras que protagonizara el personaje que aquí nos ocupa, es casi una biografía, y decimos ‘casi’ porque la novela también es una construcción ficcional. El relato también roza la historia. Hay pasajes de la vida del gaucho que estuvieron muy cerca de los acontecimientos nacionales que marcaron el rumbo de nuestro país. Hubo una situación específica que lo llevo a relacionarse con quien después sería el presidente de la nación, Ramón S. Castillo. Resulta que en 1902, Hormiga negra fue acusado de la muerte de un comerciante y Castillo, que era juez en ese momento, lo condenó a prisión. Años más tarde, cuando el verdadero asesino del comerciante moría, en su lecho de muerte confesó ser el autor del crimen, y así Hormiga Negra fue liberado tras 8 años de cumplimiento de una condena injusta.
El mito
Si bien la construcción popular de la historia de Hormiga Negra lo configura como un gaucho malo, el gaucho también ha dejado evidencia de su valía y coraje, fue soldado y participó en la batalla de Pavón y en la batalla de Cepeda. También supo desempeñarse como peón de hacienda y resero. Contrajo matrimonio en el año 1859 con Juana de los Dolores Acuña.
Su padre, con la misma fama de malevo que él, le habría permitido ser llamado de la misma manera porque su hijo le hacía honor a su cuna y a su fama. Durante su vida, Hoyo fue acusado de ser el autor de numerosos crímenes, tales como la muerte de Santiago Andino, el asesinato de Pedro José Rodríguez. Hormiga negra pasó mucho tiempo de su vida huyendo de la policía, siendo un gaucho matrero prófugo de la justicia. Cada vez que dejaba un pueblo para retirarse a otro se le adjudicaba un nuevo acto delictivo, se lo acusó del degollamiento de un niño sólo para quitarle unos quesos que éste llevaba, del asesinato de Lina Paenza, por el que pasó 8 años en la cárcel y del que se terminó demostrando su inocencia.
La leyenda
A pesar de que el mito se construye sobre supuestos actos de crueldad ejecutados por su mano, su vida personal también está plagada de actos de extrema generosidad. Muchos lo consideraron un romántico, capaz d ayudar a los que más lo necesitaban. Pero no por esto su nombre causaba menos pavor al ser pronunciado. Media región le temía como a la muerte, pues su fama le precedía. Los crímenes que se le adjudicaban eran de una crueldad extrema como el del niño, igual suerte solía correr Juan Moreira, las desventuras de estos dos gauchos eran tales que ambos inspiraron a Gutiérrez a dedicarles un libro a cada uno.
Hoyo hizo lo que tuvo que hacer en una época en donde la fama se cultivaba alimentando la pendencia, se apuntalaba con el facón y se regaba con el alcohol. Se suele decir que muchas veces era el mismo el que hacía correr los rumores sobre los crímenes que supuestamente cometía.
Tan célebre se había vuelto su nombre que en el circo de los hermanos Podestá se representaba una obra sobre su vida. Un cierto día, el circo se instaló en Podestá y el gaucho bravo se enteró de la representación que contaba su historia. El día antes de la función, Hoyo se presentó en la carpa del circo buscando a los responsables, les prohibió que se pusiera en escena la obra. Indignado se retiró amenazando y soltando improperios al aire. Los productores del circo no pudieron convencerlo, trataron de hacerle entender que era un homenaje, quisieron ‘amansarlo’ dándole ginebra. Pero Hormiga Negra, que ya era un anciano, no dio el brazo a torcer y se mantuvo firme en su postura. Pobre y pulcro exigió respeto y advirtió a quien osara salir y decir que era Hormiga Negra sería llevado por delante con la punta de su presencia. La obra fue cambiada, se representó “Juan Moreira”.
Guillermo Hoyo murió en la misma ciudad que lo vio nacer, San Nicolás de los Arroyos, el 1 de enero de 1918, a los 81 años.