Navidad en Argentina

Lamentablemente carecemos de historias, y leyendas de navidad autóctonas, pues tan to la navidad como el año nuevo no formaban parte de las culturas originarias de nuestro país— que sí tenían otras propias—,  sino que fueron incorporadas posteriormente con la llegada de los conquistadores. Sin embargo contamos con ciertos rasgos propios a la hora de celebrar que hoy me gustaría compartirles.

Llega el tiempo de Navidad y Año nuevo y los argentinos nos preparamos a festejar.  Al cambiar de hemisferio, esta fiesta de celebración invernal europea se convirtió en fiesta de verano en Sudamérica. Este cambio trajo aparejado algunas mixturas curiosas de las que les voy a hablar.

Antes que nada es interesante preguntarnos  ¿cómo lo festejamos? ¿Existe una tradición típica de nuestra tierra?  En realidad no. Hemos importado de Europa las costumbres propias de estas fechas. Antes de la llegada de los conquistadores, los pueblos originarios tenían sus propias ceremonias, pero luego con las mezclas, la nueva religión, la abundante y heterogénea inmigración, el imaginario popular fue modificando y se sumaron (a veces se superpusieron, otras se desplazaron) las diversas celebraciones, y así llegamos al presente en el que solemos celebrar el Solsticio de Verano, desplazado y amalgamado con la Navidad,  como si fuese pleno invierno, sobre todo en las ciudades. Ponemos pinos nevados, comemos comidas propias del frio y ¡pobre de quien deba portar el traje de “Papa Noel” con 40 grados de calor!

En el campo por el contrario se han entrelazado costumbres y así sucede que en estas fiestas la comida típica es el asado criollo, en el que encontramos todo tipo de cortes (vale acá aclarar que el corte nuestro a diferencia del corte europeo lo hacemos “en contra de la fibra”, lo que le da ese toque característico único en el mundo)  costillar, chorizos, morcillas, mollejas, chinchulines, riñones, chancho, pollo… bien se dice que en Argentina “Todo bicho que camina va a parar al asador”.  Se prepara asando la carne a leña, brasa o carbón, hasta alcanzar el punto de “vaca mugiendo” (punto semicocido o apenas cocido, propio del campo argentino), bien condimentado con chimichurri, y muchas veces con salsa criolla.

Se acompaña con ensaladas variadas: lechuga, cebolla y tomate, ensalada rusa… y de postre además de los típicos turrones, una completa ensalada de frutas y muchas veces helado.

En algunos pueblos del interior encontramos ciertos rasgos propios,  sirvan como ejemplo estas celebraciones:

En las regiones andinas el  21 de diciembre se celebra el ritual del Kapak Raymi (también llamada Kapaj Inti Raymi o la Gran Fiesta del Sol) que es la Gran Fiesta de la Nueva Vida pues la festividad en sí está destinada a celebrar la continuación de la vida.

En Santiago del Estero, más precisamente en Sumamao,  entre los días 20 y 26 de diciembre de cada año con prolongación de los rezos y sobre todo de los bailes y diversiones, hasta la Epifanía del Señor y Fiesta de los Reyes Magos (el 6 de enero), se celebra la fiesta de San Esteban Chico, también llamado “El Santo Indio”,  al que se le adjudica ser el primer mártir cristiano.  Se realiza entre otras cosas la  ceremonia de las ichas o reparto de golosinas a granel, en la que intervienen representantes de instituciones populares propias del culto americano criollo como los alféreces, los promesantes, los celebrantes y los “indios”.

Otra fiesta de singulares características que se realiza en tiempo de Adviento es el Tincunacu, o encuentro entre quienes portan  la imagen del Niño Alcalde, adorada en la Iglesia de San Francisco, y quienes llevan la de San Nicolás de Bari, vicepatrono de la ciudad de Todos los Santos de la Nueva Rioja, que se venera en la catedral de esa provincia y que se lleva a cabo coincidiendo con el fin de año y año nuevo.

Otra festividad que vale la pena nombrar es la Navidad Gaucha de Oliva, festividad que comenzó allá por el año 1963 cuando el Rdo. Pbro. Roberto Larocca, conocido como el “Cura Gaucho”, propuso celebrar al estilo gauchesco, utilizando como base el Evangelio criollo de Amado Anzi, (que cuenta los cuatro evangelios con la voz y el modo de pensamiento del gaucho), la navidad. Desde entonces se celebra por tres días con música, danzas, el pasaje de las agrupaciones gauchas comida, ofrendas, villancicos y sobre todo con la celebración de la Liturgia Criolla, junto al pesebre viviente, con el nacimiento del niño gaucho envuelto en un marco de ángeles y pastores.

Por otro lado en el interior del país encontramos la introducción e integración de elementos europeos con elementos propios de las culturas originarias, así vemos como en el Noroeste de Argentina podemos encontrar en los pesebres recuas de llamas, un tumuñuco (picaflor) con alas desplegadas en el pico de una montaña mirando hacia el pesebre,  hasta iguanas, tortugas, quirquinchos… O la costumbre ahora casi olvidada, que había en la provincia de Córdoba de hacer los pañales para el Niño Jesús, que consistía en realidad en realizar todo tipo de sacrificios personales con cuyo entramado espiritual se irían tejiendo dichos “pañales” de ofrenda. O la costumbre en Corrientes de colocar en los nacimientos, hechos de cartón pintado,  ofrendas de frutas y hortalizas regionales una profusión de helechos y otras plantas entre las que se destaca el Mitá-rupá, nombre que significa, precisamente “cuna del Niño”.

Otro dato interesante es saber:

¿De dónde nos llegó la costumbre de armar el árbol de Navidad el 8 de Diciembre?

Curiosamente según relatan los diarios de diciembre 1807, un irlandés, que deseaba recordar las costumbres de su país, decoró un pino en una plaza pública de Argentina y evidentemente gustó tanto que al año siguiente muchos otros imitaron al irlandés y hasta hoy seguimos haciéndolo.

Esto no es una leyenda y sin embargo lo es, pues la leyenda cuenta el origen de algo, el cómo sucedió… y eso mismo es lo que hoy les cuento yo.

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