Si bien los orígenes de nuestra literatura gauchesca pueden rastrearse hasta los momentos previos a la Revolución de Mayo, no es hasta fin de siglo XIX que alcanza su máximo esplendor y lo hace con la obra que será consagrada como el libro nacional, hablamos, claro, del Martin Fierro de José Hernández.
La obra tuvo dos entregas, la primera de 1872 denominada El gaucho Martín Fierro, también conocida como La Ida, y la segunda editada en el año 1879 que se llamó La vuelta de Martín Fierro.
El autor
José Hernández fue un poeta, periodista, político y militar argentino. Nació el 10 de noviembre de 1834 y murió en 1886. Sentaba postura desde sus artículos periodísticos sobre la realidad política del país. Su mayor obra, el Martín Fierro, es un reflejo de sus ideales políticos y sociales. Como militar participó en las últimas batallas de la guerra civil que asolaron a la Argentina desde 1820, en el bando de los federales. En 1871 se exilia durante un corto período en Brasil y vuelve en 1872.
Su labor periodística (que comenzó a mediados de la década de 1850) se convertirá en su principal sustento, trabajará a lo largo de su vida en diferentes diarios y periódicos de diferentes partes del país, tales como La Reforma Pacífica, El Litoral, La Capital de Rosario, El Eco de Corrientes, entre muchos otros.
Pero en la década de 1870 la necesidad de expresarse se hizo más compleja y vital. Con la llegada de Sarmiento al poder se efectiviza una especie de cacería del gaucho. Sarmiento, como ya lo hubiera planteado en su célebre libro de 1845 Facundo. Civilización y barbarie, desdeñaba al tipo que habitaba la extensión infinita de la pampa argentina, él la llamaba desierto, como si allí no viviese nadie, sin embargo estaba llena de personas, hijos de la tierra, que con su trabajo abonaban el suelo de la nación joven. Para solucionar el problema del gaucho Sarmiento dicta la ley de levas con la que estigmatizaba a tal punto al gaucho que se hizo necesario realizar una férrea defensa de su existencia y su labor. Ésa fue la obra de Hernández en su primer entrega del Martín Fierro.
En La vuelta de Martín Fierro la situación era otra. El tono de la obra es más conciliador y tiene como objetivo amigar al gaucho con la sociedad. Hernández en esta época ya ocupaba cargos en el gobierno, era la presidencia de Nicolás Avellaneda. El objetivo del libro fue presentar otra visión del gaucho, más dócil.
Primera parte: El gaucho Martín Fierro. La Ida
Esta obra, este poema, fue publicado en 1872 y como dijéramos más arriba se trató de una defensa del guacho frente a la ley de levas sarmientina. La ley de levas disponía que si se encontraba a un gaucho “vago” y sin tierras, éste sería reclutado por el ejército y mandado a defender la frontera con el indio. No se reconocían los derechos del gaucho sobre la tierra que trabajaba, se lo despojaba de todas sus pertenencias, se lo separaba de su familia y se lo mandaba a la frontera a luchar contra el indio. Esto es lo que le ocurre a Martín Fierro al comienzo el poema.
Martín Fierro era un gaucho que trabajaba la tierra, vivía con su esposa y sus dos hijos. Cuando es reclutado y llevado al fortín los deja sin amparo y no volverá a saber de ellos por un largo tiempo. Durante su corta estancia en la frontera experimenta los agravios de la vida militar de entonces y es testigo de las bajezas de los funcionarios militares de mayor rango. Luego se escapa y al volver encuentra su antiguo rancho hecho trizas, su mujer e hijos ya no estaban ahí. Desesperado, el gaucho se larga a la búsqueda de su familia y en una pulpería, se topa con un negro con el que termina enfrentándose en un duelo y dándole muerte. Este hecho lo convierte en un gaucho matrero, un perseguido por la ley, un fugitivo. La policía lo comienza a buscar y sigue su huella. En un paraje es emboscado por una partida policial compuesta por cinco oficiales a caballo. Fierro enfrenta sólo a los policías y da muerte a dos. Al observar el coraje y la valentía del gaucho, el coronel Cruz, se asombra y deja de pelear contra él, se alía al perseguido y juntos abaten al resto de la partida y se dan a la fuga.
Fierro ya no andará solo, pero ahora los matreros serán dos, él y Cruz. Conscientes de que la falta cometida es gravísima deciden escapar hacia tierra de indios. Los conduce la esperanza de encontrar una forma pacífica de vida, fuera del alcance del corrupto gobierno argentino que no los dejará vivir libremente. Así finaliza la primera parte.
Y siguendo el fiel del rumbo
Se entraron en el desierto
No sé si los habrán muerto
En alguna correría,
Pero espero que algun día
Sabré de ellos algo cierto.
Y ya con estas noticias
Mi relacion acabé;
Por ser ciertas las conté,
Todas la desgracias dichas:
Es un telar de desdichas
Cada gaucho que usté ve.
Pero ponga su esperanza
En el dios que lo formó;
Y aquí me despido yo
Que he relatao a mi modo
Males que conocen todos,
Pero que naides contó.
Segunda parte: La vuelta de Martín Fierro
Esta parte de la obra es más conciliadora y ya no se representa a Martín Fierro como un gaucho rebelde y fuera de la ley, sino que será un pacificador, dará consejos y sanará viejos rencores.
Como el perfil ideológico de Hernández ya no es el mismo, ahora se aconseja al gaucho que se adapte a la sociedad, que sea más civilizado, pues las condiciones de vida han cambiado. Se reencuentra con sus hijos a los que aconsejará. Uno de ellos relatará su vida con el viejo Vizcacha, personaje entrañable de esta obra. Y también tendrá lugar un encuentro inesperado e insólito con el hijo del negro que mata en la primer parte, quien lo retará a un duelo, pero esta vez el gaucho Fierro vencerá con la guitarra.
Los hermanos sean unidos
Porque esa es la ley primera
Porque si entre ellos se pelean,
Los devoran los de afuera
El gaucho
Aún con la diferencia entre las dos versiones, la caracterización del personaje en líneas generales se mantiene. Fierro es quien cuenta su historia, es un gaucho manso que reacciona cuando es provocado, primero de manera violenta y luego pacíficamente. Es cantor, hombre valiente, independiente, que valora al campo, sus actividades y ante todo anhela su libertad y la vida pacífica.
Mi gloria es vivir tan libre,
como pájaro en el cielo;
no hago nido en este suelo,
ande hay tanto que sufrir;
y naides me ha de seguir,
cuando yo remonto el vuelo
La obra fue de tal éxito que Leopoldo Lugones la proclamó como el poema nacional. El 10 de noviembre, día del nacimiento de José Hernández ha sido declarado como Día de la Tradición en honor a su labor defensora del gaucho.