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Leyenda mapuche de Limay y Neuquén

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Hace 250 años, gran parte del territorio argentino era ocupado por los mapuches, pueblo originario que llegó desde Chile y se asentó en territorio pampeano hasta llegar a la provincia Santa Cruzconvirtiéndose en el grupo aborigen más importante de la Patagonia argentina.

De la afinidad de este pueblo por la literatura oral y la poesía, nacen las más lindas y asombrosas leyendas y cuentos que reflejan las creencias mapuches. En la religión de este pueblo confluyen en armonía dos mundos, el terrenal y el espiritual, con culto a los espíritus de la naturaleza y sus antepasados.

La Leyenda del Limay y el Neuquén forma parte de la cosmovisión de este pueblo y cuenta la bonita historia de la creación de los dos grandes ríos que llevan el mismo nombre.

Según la  leyenda, Limay y Neuquén eran los hijos jóvenes de dos caciques cuyos asentamientos se encontraban al norte y al sur respectivamente.

Limay y Neuquén se habían criado juntos y eran inseparables amigos. Una tarde, en la que Limay y Neuquén se internaron en el bosque, con sus boleadoras y flechas dispuestos a cazar, los jóvenes se toparon con una hermosa mapuche, de oscuro cabello y grandes ojos marrones.

La joven Raihué conquistó en aquel instante el corazón de ambos mapuches y desde aquel día la gran amistad que existía entre ambos comenzó a quebrantar ante la silenciosa competencia para obtener el amor de la niña.

Leyenda-del-rio-limay-y- neuquenLimay y Neuquén se distanciaron y los mayores de la comunidad preocupados por ello consultaron a la Machi (chamán) del pueblo para saber qué ocurría. La Machi les reveló el nombre de la niña que había enamorado a los jóvenes y propuso una prueba del destino: el primero que obtuviera una caracola para que la joven Raihué pudiera escuchar por primera vez el rugir del mar, obtendría su amor.

Así es como Limay y Neuquén emprendieron una larga y difícil travesía hacia la costa marítima para conquistar a su amada. Para ayudarlos en esta prueba Nguenechen, el padre de todos los hijos sobre la tierra, decidió transformar a los dos jóvenes en ríos. Nequén correría desde el Norte atravesando los bosques de arrayanes, mientas que Limay se escurriría por los valles y montañas desde el Sur.

Sin embargo, el espíritu del Viento, celoso de que Raihué no tuviera ojos para él, comenzó a susurrar en los oídos de la joven terribles tempestades «Neuquén y Limay no volverán jamás! Nunca los volverás a ver!«

Luna tras luna, la joven Raihué fue atormentada por estos pensamientos hasta que finalmente la angustia y el dolor que le provocaba la idea de no ver nunca más a sus amigos Limay y Neuquén se apoderaron de ella. Dolida, la joven se marchó hasta la orilla de un arroyo y le ofreció su vida a Nguenechen a cambio de la vida de Limay y Neuquén.Leyenda-del-rio-limay-y -neuquen

El Padre escuchó la plegaria y tomó la vida de la niña, transformándola en un bello arbusto de flores rojas que se perdía entre la vegetación patagónica.

El viento superado por los celos sopló con furia arrasando con toda la vegetación y dejando tras de si un vasto desierto y llegó hasta donde los dos jóvenes corrían convertidos en ríos, atravesando grandes obstáculos para obtener la caracola.

El viento les comunicó con gozo la desaparición de Raihúe a Limay y Neuquén, quienes al enterarse que su enamorada había muerto de dolor por su ausencia, se abrazaron estrechamente y se convirtieron en el Rio Negro, que con luto corre hasta alcanzar el mar, en la tierra de la patagonia.

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