Leyenda del Jacarandá

Como sabemos en el mes de noviembre la flor que embellece la ciudad de Buenos Aires es la famosa flor del Jacarandá, precisamente todos los años la ciudad se tiñe de este bellísimo color azúl violáceo o celeste. Una de las especies más comunes y hermosas que visitan los barrios porteños durante la época de plena primavera, despertando así el amor de quienes viven allí y de quienes visitan la ciudad.

El nombre que recibe tiene un origen tupí y significa «fragante», proveniente de las selvas de montañas del noroeste argentino. Tiene la característica de perder sus hojas durante la primavera y justo antes de la floración, ocurriendo esto para el mes de noviembre y otra floración que tiene lugar para el mes de febrero o marzo.

Como dijimos anteriormente se trata de una flor que despierta el amor, precisamente hay una leyenda detrás de este árbol y sus hermosas flores que representan el amor en su estado más puro.

leyenda del jacaranda

Leyenda del Jacarandá

En la provincia de Corrientes nació esta leyenda, se inició con la llegada de los españolas que fueron a poblar esta bella provincia. Los mismos llegaron con sus propias familias, entre ellos un caballero que trajo consigo a su joven y hermosa hija de tan solo 16 años. Una atractiva joven de nombre Pilar, de tez blanca, ojos azules y de cabello negro, quien se instaló con su padre en una zona no muy lejana a la ciudad.

Exactamente en una reducción de Jesuitas que tenían una misión evangelizadora, justamente allí se encontraba un joven de 20 años de nombre Mbareté quien se distinguía por su altura y su físico fornido. Un joven que se dedicaba a trabajar la tierra con tesón y lleno de sueños por vivir en aquel lugar tan esperanzador.

Una tarde la joven española sale a caminar y en un momento alcanza a ver al indio Mbareté, al principio con cierta timidez se encuentran pero luego ambos intercambian miradas y aunque fue un cruce fugaz quedaron flechados de admiración mutua.

Tanto es así, que el joven buscó la manera para acercarse y lograr otro encuentro con su bella amada. No paso mucho tiempo hasta que esto sucedió y esta vez el cruce de miradas fueron más largas y profundas, despertando el amor y el interés mutuo que se tenían. Este encuentro lo marcó tanto al joven indio que de inmediato le pide a su sacerdote que le enseñara a hablar el castellano, con el objetivo de poder expresarse ante Pilar y poder declararle su amor por ella.

Cuando finalmente logra hablar aquellas palabras ya estaba listo para encontrarse con Pilar y poder expresarle sus sentimientos. Un día en que ella se hallaba enseñando catecismo a los indiecitos del lugar, Mbareté la espera y cuando ya estaba sola le confiesa su amor. Al principio ella se ruboriza pero luego con una sonrisa le demuestra al indio que su amor era correspondido.

Luego de esto se repiten otros encuentros entre ambos y llegan a pactar poder escaparse juntos de allí, claramente el padre de la joven no estaría de acuerdo con aquella relación. Por lo cual, la única forma de vivir este amor era huyendo juntos. De hecho, lo hacen de inmediato cuando él termina de construir una choza a orillas del río.

Cuando finalmente el padre de la joven se entera de todo lo ocurrido y de que ambos evidentemente se habían ido juntos, comienza a encolerizarse tanto que estaba furioso y sale con un grupo de hombres armados a buscar a la pareja. En el momento de ubicarlos a orillas del río, esperan escondidos para observarlos y actuar en el momento preciso.

Al llegar Mbareté de pescar en la canoa y Pilar que sale a su encuentro, no había duda alguna de que los jóvenes estaban juntos. Cuando el padre de Pilar alcanza a ver que se abrazaban se enardeció tanto que de inmediato apunta con su arma al indio, la joven intenta explicarle a su padre pero fue inútil. Al percibir que su padre no cambiaría de actitud, se interpone entre los dos recibiendo el disparo en su pecho y quedando fulminada por su propio padre. Su amado tiene el mismo triste final cuando recibe un disparo certero en la frente cayendo muerto sobre el cuerpo de su amada.

El padre se retira del lugar sin siquiera acercarse a los cuerpos allí desplomados por él, pero al día siguiente muy de temprano decide volver al lugar de la tragedia. Para su sorpresa no había rastro alguno de lo ocurrido el día anterior, por el contrario se encuentra con un hermoso árbol de tronco fuerte y lleno de flores azules.

Para concluir, la misericordia de Dios hizo posible que estos enamorados a quienes no les importó sus diferencias raciales quedarán perpetrados en este árbol al convertir a Mbareté en el árbol y claramente las bellas flores azules eran los ojos de la joven Pilar.

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