La vida del pueblo Mbya Guaraní en Misiones

La vida del pueblo Mbya Guaraní en Misiones

En la provincia de Misiones habita un antiguo pueblo de raíz amazónica, los Mbya Guaraní, formado por más de 70 comunidades y una población estimada de 4000 personas. Muchos Mbya Guaranies viven también en Brasil y Paraguay y, sin admitir límites ni fronteras, migran de un lugar a otro, dividen aldeas y crean otras nuevas. Esto dificulta la posibilidad de establecer el número exacto de personas pertenecientes a esta comunidad.

Forman familias numerosas, de unos 10 o 15 miembros y hablan la lengua guaraní en su variante MBY’A aunque para establecer relaciones interculturales utilizan el castellano. En algunas aldeas hay escuelas bilingües que trabajan con la intención de preservar la lengua aborigen y la cosmovisión que ésta encierra, a la vez que se enseña el castellano por su importancia para la inclusión y comunicación en diferentes ámbitos.

Los Mbya Guaraní son muy religiosos y han fundado gran cantidad de mitos sobre el origen de los dioses, el hombre y la naturaleza. Creen en la vida después de la muerte, en una tierra ideal de felicidad y justicia divina. Por esta razón, proveen a sus muertos de todo lo necesario para este viaje y los despiden con fiestas, bailes, comidas y bebidas. Su cosmovisión está basada en una relación fundamental con la naturaleza, están intensamente ligados a la Tierra «la lvy- Pora» (Alma de la Tierra) y expresan su espiritualidad a través del canto y la danza dirigida por el cacique o líder.

Gran parte de estas familias sufren pobreza y marginalidad y tienen problemas por la tenencia de la tierra. Habitan en la selva paranaense dentro de la Reserva de la Biosfera de Yabotí, en una extensión de más de 6000 hectáreas, pero el avance de la industria maderera va arrinconándolos y quitándoles territorio. Además, la falta de plantas medicinales, alimentos y materiales de construcción que deriva de la extracción de árboles agrava su situación dejándolos expuestos a enfermedades y graves carencias.

Su economía es principalmente de subsistencia. En las aldeas cultivan la tierra (son agricultores de poroto, zapallo, maíz, batata, mandioca, maní y tabaco), se dedican a la recolección de frutos silvestres y miel y también a la caza y a la pesca, si la ubicación geográfica lo permite. También realizan artesanías que luego comercializan: cestería con tiras de la caña “tacuarembó” y del “guembé”, y tallas de madera de palo santo. Muchos trabajan en obrajes, aserraderos y yerbatales en malas condiciones laborales. En ocasiones contratan a todo un grupo para la realización de un trabajo mayor y en este caso un líder es el encargado de recibir el dinero y distribuirlo entre las familias.

 

 

 

 

 

 

 

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