El limón es una de las frutas más usadas y poderosas a la hora de combatir problemas de salud como la acidez estomacal, las afecciones del hígado, la amigdalitis, la anemia, la angina de pecho, la artritis, los cálculos vesicales y renales, todo tipo de cáncer, entre infinidades de otros.
Principalmente, es tan bueno para el organismo por su escaso contenido energético, por su valor equilibrado en potasio y sodio, y por supuesto, por su enorme cantidad de vitamina C. Esto contribuye a regular la hipertensión arterial.
Es un excelente estimulante de los jugos gástricos, por ende, facilita la digestión; combate la inflamación del colon, el estreñimiento, la dispepsia, los parásitos; y calma los espasmos estomacales.
Es empleado para las inflamaciones hepáticas y vesicales. Destruye toxinas y por eso es ideal ingerir su zumo durante un día para desintoxicarse.
Fortifica las defensas, limpia el organismo y otorga dosis de vitamina C, que agiliza la recuperación de un resfriado.
Posee alta capacidad cicatrizante y antibacteriana, se usa para desinfectar cortaduras, picaduras de insectos y heridas; para luchar contra el acné y otras erupciones cutáneas; para calmar las molestias del herpes y llagas bucales.
Este fruto cítrico es muy servible cuando hay reumatismo. Su extracto diluye las toxinas que originan la gota, dando así alivio y mejoría.
Quema las grasas. Sus ácidos cítricos expulsan las grasas que obstruyen la labor coronaria y neutralizan los tóxicos hallados en la sangre.
La famosa cura del limón consiste en beber el jugo de un limón disuelto en agua. Se inicia con uno y cada día se va sumando un limón hasta completar doce. Invertir el procedimiento hasta llegar nuevamente a uno.
Para combatir la anemia, se bate una yema de huevo con zumo de un limón. Se añade una cucharada de miel. (Tomar tres veces por día, tres veces a la semana)
Para el estreñimiento, se toma por una semana –en ayunas- el jugo de medio limón revuelto con dos cucharadas de aceite de oliva.