Cuento de Campo
Ocurrió este verídico relato en un pueblo de la provincia de Buenos Aires, hace ya como cien años. El comisario local, cansado de tener puros gringos[1] ente sus milicos, hizo corre la voz de que se necesitaba un buen criollo[2] para vigilante. Exigía para otorgar la vacante un candidato valiente, capaz de aguantarse unos tiros sin pestañear.
Uno por uno iban pasando por el despacho e invariablemente el comisario comenzaba así su interrogatorio:
—¿Sos valiente vos?… A ver… ¡aguantate éste!— y sin más le sacudía un balazo al sombrero.
Si salían corriendo o torcían el gesto, quedaban desechados, pero lo mismo sucedía si tan solo pestañeaban. Ahí nomás el comisario les daba unos pesos para que se comprasen otro sombrero y los despedía.
Se presentó al fin un criollito enjuto que aseguraba ser más “agalludo” que nadie. El comisario le miró desconfiado, repitió sui consabida pregunta y le disparó sin más. El jovencito ni pestañeó. Sorprendido el comisario le echó otro disparo a la blusa. El criollo ni se movió.
—¡Me gustas!— exclamó el comisario. El criollo no se movió —Sos valiente y pa vos es la vacante. Tomás estos pesos, anda a comprarte un sombrero nuevo y una blusa y volvete nomás pa comenzar tu trabajo.
El criollito valiente bajó la mirada y como avergonzado pidió unos pesos más.
—¿Y pa qué?— pregunto desconcertado el comisario.
—¡Pa las bombachas, pues!
[1] Gringo: forma en que se suele denominar en el campo a quienes no son originarios de la zona y a los de cabello rubio. Originalmente significa: Extranjero
[2] Criollo es una palabra que deriva del verbo «criar»; por ello, un criollo es una persona que se ha criado en un determinado territorio. Es un americanismo que se empleó desde la época de la colonización de América aplicándolo a los nacidos en el continente americano, pero con un origen europeo.
Recopilación y Adaptación: Ana Cuevas Unamuno
Imagen tomada de: El Nacionalista