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Si sientes que te estás cayendo cuando estás durmiendo, esto es lo que significa

Puede que te hayas encontrado en esta escena: estás relajándote, casi adormecido, cuando de repente sientes un sobresalto, como si el cuerpo se precipitara hacia abajo. Inmediatamente se dispara el corazón, y sientes un breve impacto que te despierta o interrumpe tu adormecimiento. Este fenómeno es mucho más común de lo que piensas, y aunque resulta desconcertante, no suele representar peligro.

Los especialistas denominan esta reacción como “espasmo hipnagógico” o “sacudida del sueño”.
Estas sacudidas son contracciones musculares bruscas que se producen durante la transición del estado de vigilia al sueño profundo. Suelen aparecer justo al inicio del proceso de dormir.

Índice

    ¿Por qué ocurre esta sensación de caer?

    Aunque la ciencia no ha llegado a una única explicación definitiva, existen teorías sólidas que ayudan a entender por qué sucede:

    • Una de las explicaciones sugiere que cuando el cuerpo se relaja de forma muy rápida al quedarse dormido, el cerebro puede “interpretar” esa relajación repentina como una pérdida de control o de soporte corporal. Como respuesta, desencadena una contracción muscular, que se manifiesta como la sensación de caída.

    • Otra hipótesis toma como referencia nuestros antepasados: cuando dormían en condiciones inestables o vulnerables (por ejemplo en árboles o rocas), un reflejo para protegerse de una caída real podría haber quedado en nuestro sistema nervioso como un vestigio.

    • Es importante destacar que este fenómeno ocurre principalmente al inicio del sueño, no durante las fases más profundas. Esto fortalece la idea de que está ligado a la transición entre vigilia y sueño.

    Factores que pueden aumentar la frecuencia de estos sobresaltos

    Si bien los espasmos hipnagógicos pueden aparecer aislados y sin motivo aparente, diversos factores pueden incrementar su aparición:

    • Fatiga extrema: cuando el cuerpo está muy cansado, el proceso de “apagar” el sistema se da más abruptamente, y el cerebro puede reaccionar con mayor intensidad.

    • Estimulantes: la cafeína y la nicotina activan el sistema nervioso, dificultando el tránsito natural hacia el sueño.

    • Estrés y ansiedad: una mente agitada combinada con un cuerpo que quiere relajarse crea el escenario propicio para estos sobresaltos.

    • Medicamentos estimulantes: algunos fármacos para condiciones como el TDAH pueden elevar la probabilidad de estas sacudidas.

    • Ritmo de sueño irregular: dormir y despertar en horarios muy variables afecta los ciclos del sueño y puede favorecer estos episodios.

    ¿Es algo que deba preocuparme?

    En la gran mayoría de los casos, no. Sentir que te estás “cayendo” al dormir o experimentar una contracción muscular súbita aislada no indica un problema grave. 
    Sin embargo, conviene estar atento si este fenómeno se vuelve muy frecuente, o se acompaña de otros síntomas como:

    • Temblor persistente durante el día.

    • Dolores musculares que no tienen otra explicación aparente.

    • Dificultad constante para conciliar o mantener el sueño.

    • Despertares abruptos recurrentes.

    En esos casos, sí es recomendable consultar a un médico o un especialista en sueño, porque aunque los espasmos aislados suelen ser benignos, podrían estar relacionados con mioclonías u otros trastornos neurológicos en contextos más complejos.

    ¿Qué se puede hacer para reducir su frecuencia?

    La buena noticia es que con algunos cambios de hábito puedes disminuir considerablemente la aparición de estos sobresaltos al dormir. Estas son algunas recomendaciones prácticas:

    • Evita la cafeína y la nicotina durante las seis horas previas a dormir.

    • Apaga las pantallas (teléfono, tablet, TV) al menos 30 minutos antes de acostarte, ya que la luz azul inhibe la producción de melatonina, la hormona del sueño.

    • Crea un ritual de relajación: un baño tibio, lectura ligera, meditación o respiraciones pausadas ayudan al cuerpo a entrar gradualmente en el estado de descanso.

    • Establece horarios fijos para dormir y despertarte. Un ritmo regular fortalece el ciclo natural del sueño.

    • Practica técnicas de respiración consciente o yoga suave antes de acostarte. Estas actividades ayudan a calmar la mente y facilitar que el cuerpo “baje revoluciones”.

    La mejor estrategia es mejorar los hábitos de higiene del sueño —evitar estimulantes, mantener un horario regular, desconectarse de pantallas y relajarse— para reducir su ocurrencia. Y si se vuelve frecuente o se acompaña de otros síntomas, no dudes en hablar con un especialista.

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