El síndrome del ocaso es un fenómeno que afecta principalmente a personas mayores, especialmente aquellas que padecen demencia o Alzheimer. Aunque no es una enfermedad en sí misma, es un conjunto de síntomas que se presentan en un momento específico del día, y que pueden afectar tanto al paciente como a sus cuidadores.
Comprender este síndrome es clave para poder gestionarlo con eficacia y mejorar la calidad de vida de quienes lo padecen.
¿De qué se trata este síndrome?
El síndrome del ocaso, también conocido como «sundowning» en inglés, se refiere a una serie de cambios cognitivos y conductuales que suelen aparecer al final de la tarde y durante la noche. Es común en pacientes con trastornos neurodegenerativos, aunque también puede aparecer en personas mayores sin diagnósticos previos.
Los síntomas incluyen agitación, confusión, ansiedad, agresividad, inquietud, y en algunos casos, alucinaciones o deambulación.
¿Cómo saber si una persona lo está padeciendo?
Para identificar el síndrome del ocaso, es importante observar si los siguientes comportamientos ocurren recurrentemente al caer la tarde:
- Cambios bruscos en el estado de ánimo.
- Comportamientos agresivos o irritabilidad sin causa aparente.
- Mayor confusión que durante el resto del día.
- Inquietud o tendencia a caminar sin rumbo.
- Dificultades para dormir o insomnio.
El patrón temporal de los síntomas es clave para el diagnóstico: empeoran al anochecer y suelen mejorar al amanecer.
Posibles tratamientos y abordajes
No existe una cura específica para el síndrome del ocaso, pero hay estrategias que ayudan a disminuir su impacto:
- Rutina estructurada: mantener horarios regulares para comidas, baños y descanso puede reducir la ansiedad.
- Iluminación adecuada: usar luces brillantes por la tarde puede ayudar a sincronizar el reloj biológico.
- Evitar estimulantes: limitar el consumo de café o azúcares por la tarde.
- Actividades calmadas: ofrecer música suave, ejercicios ligeros o lecturas relajantes al final del día.
- Tratamiento farmacológico: en casos graves, un médico puede recetar medicamentos para la ansiedad o el insomnio.
Consejos para cuidadores
- Mantener la calma y no discutir con la persona afectada.
- Proporcionar un entorno seguro y libre de peligros.
- Asegurar una buena hidratación y alimentación.
- Tomarse descansos y buscar apoyo: el autocuidado del cuidador es vital.
- Consultar a profesionales de la salud para personalizar el tratamiento.