Viajar en avión tiene su encanto, claro. Pero también viene acompañado de varias incomodidades: espacios reducidos, aire seco, falta de privacidad, y uno de los más ignorados… el mal estado de los baños. Si alguna vez tuviste que usar el baño de un avión, sabés que muchas veces es una experiencia que uno preferiría evitar.
Pero entre todas las molestias posibles, hay una que puede convertirse en un verdadero problema: el papel higiénico.
Papel higiénico en el avión: un recurso escaso, incómodo y poco higiénico
Las aerolíneas, buscando ahorrar costos y facilitar la logística, suelen proveer papel higiénico de muy baja calidad. Tan delgado que se rompe fácilmente, y tan poco absorbente que prácticamente no cumple su función.
Y si a eso le sumamos que el portarrollos suele estar mal ubicado —muy abajo o pegado a zonas que se ensucian fácilmente—, la situación puede volverse directamente desagradable.
Además, en vuelos largos o de alta rotación de pasajeros, no es raro que el papel se acabe antes de tiempo y nadie lo reponga. En ese momento, te encontrás solo, encerrado en un espacio reducido, y sin opciones.
La solución más simple: llevar tu propio papel
Como muchas veces pasa en los viajes, anticiparse es la clave. Llevar unas hojas de papel higiénico propio, o un pequeño rollo de viaje, es un gesto simple que puede evitarte un momento de estrés o incomodidad.
¿Qué formato es ideal?
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Mini rollos de papel: se venden en tiendas de camping, farmacias o casas de viaje. Son compactos, livianos y están pensados justamente para este tipo de situaciones.
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Pañuelos descartables suaves: son una excelente alternativa. Son más resistentes, suelen venir en paquetes individuales, y cumplen la misma función.
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Hojas dobladas en una bolsita limpia: si no tenés otra opción, podés preparar unas cuantas hojas en casa y llevarlas en una bolsita de tela o ziploc.
Importante: si lo usás, descartá el papel en el cesto, nunca en el inodoro del avión. Estos sistemas son sensibles y pueden taparse con facilidad.
Armá tu kit de baño para viajes en avión
Ya que estamos, aprovechá y armá un pequeño kit de higiene que te va a ser útil en cualquier vuelo, especialmente los largos:
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Papel higiénico propio o pañuelos descartables
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Toallitas húmedas (sin perfume, si es posible)
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Alcohol en gel o spray
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Bolsa plástica o estuche hermético para guardar residuos
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Pequeño jabón o pastilla desinfectante
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Pañuelos de tela reutilizables
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Crema hidratante para manos
Este kit no ocupa casi espacio, podés armarlo con lo que tenés en casa, y te garantiza higiene y confort en cualquier situación.
¿Por qué vale la pena este pequeño esfuerzo?
Cuando estás viajando, cada detalle cuenta. Una mínima incomodidad en tierra puede parecer insignificante, pero a diez mil metros de altura, con turbulencias, cansancio, y un baño compartido por más de cien personas, todo se amplifica.
Anticiparte y llevar tus propios elementos de higiene te evita:
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Usar papel de mala calidad
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Encontrarte con el baño sin stock
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Tener que tocar superficies que ya pasaron por muchas manos
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Estar incómodo durante el resto del vuelo
Además, te da tranquilidad mental: sabés que pase lo que pase, tenés con qué resolver.
Más consejos para una experiencia de vuelo más cómoda
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Hidratate bien, ya que el aire seco del avión puede afectar tu piel, garganta y ojos.
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Usá ropa cómoda y liviana, especialmente si el vuelo es largo.
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Elegí el asiento del pasillo si sabés que vas a ir seguido al baño.
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Llevá tapones para los oídos o auriculares, para minimizar el ruido ambiente.
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Si sos propenso al mareo, evitá comidas pesadas antes de subir y llevá pastillas para náuseas.
Conclusión
En los viajes, los pequeños detalles marcan la diferencia. Llevar tu propio papel higiénico puede parecer una exageración, pero cuando lo necesitás —y el baño del avión no está a la altura—, se convierte en una de las mejores decisiones del viaje.
Armá tu kit de higiene, sumá unas hojas o un mini rollo a tu bolso de mano y viajá con tranquilidad. Porque incluso en el aire, merecés sentirte limpio, cómodo y preparado.