La selva misionera al noreste de nuestro país fue el hogar de muchos pueblos originarios. Entre ellos, el más importante fue (y es) el pueblo guaraní.
El pueblo guaraní posee una rica y extensa mitología. Sus creencias religiosas y costumbres se relacionan estrechamente con el ambiente en el que vivían, antes de la llegada de los colonizadores a estar tierras. La inmensa selva y sus misterios generaban miedos y curiosidades y muchos hechos eran explicados con la creación de seres fantásticos.Entre estos uno de los más renombrados es el Curupí.
Curupí, protector de la selva y representante de la fertilidad en la mitología guaraní
Es muy curiosa la historia del Curupí y las transformaciones que este personaje ha ido sufriendo con los choques de culturas generado por la colonización y la cristianización.
El Curupí era considerado por el pueblo guaraní como el protector de la selva y el representante de la fertilidad. Con la llegada de la primavera, momento en el cual la mayoría de las especies de fauna y flora comienzan su ciclo reproductivo, los guaraníes afirmaban que era el momento en que el Curupí despertaba de sus largas siestas.
El Curupí era, en un primer momento, un pequeño hombre, robusto con sus brazos y piernas cubiertas de vellos. También se lo describe como un pequeño ser de características humanas que caminaba en cuatro patas. Hábil con flechas, era el defensor de los animales y generaba miedo entre los cazadores nativos que, de esta manera, sabían que debían respetar la naturaleza.
Misiones fue uno de los puntos de asentamiento de los Jesuitas y la religión cristiana entonces, se fue mezclando con las creencias guaraníes por lo que muchos seres mitológicos fueron mutando a partir de esto. El Curupí es un excelente ejemplo de esta situación.
El Curupí entonces fue cambiando de aspecto y misión. Se comienza a describirlo como un ser de aspecto hosco y desagradable, pequeño y brutal. Según esta nueva narrativa, carecía de articulaciones y tenía los pies al revés lo cual lo hacía muy inútil para trepar árboles y nadar. Pero la característica más importante que adquiere es la adquisición de un extremadamente largo miembro viril que el Curupí se enrolla a la cintura.
El Curupí entonces se transforma en un ser sexual y violento que atemorizaba a las jovencitas. Tenía una gran debilidad por las mujeres, y acechaba a aquellas que se adentraban solas en la selva. Si una joven se cruzaba con él este utilizaba sus habilidades mágicas para atraerla hacia y la atrapaba con su largo miembro.
Se creía que el Curupí mataba a las mujeres o las violaba, dejándolas libres y embarazadas de un pequeño que nacería pero no viviría más de siete días. La única manera de escapar del Curupí era entonces trepándose a un árbol o bien cortando el miembro de este ser para liberar a la mujer.
La mutación del Curupí probablemente se haya producido por parte de los Jesuitas con el fin de evitar que las mujeres se pasearan solas por la selva o para explicar aquellos embarazos no deseados en la población.