Lavar los platos es una tarea diaria que todos realizamos, pero muchos cometen un error común sin saberlo: utilizar agua fría para esta labor. Aunque puede parecer una práctica inofensiva o incluso una manera de ahorrar energía, lo cierto es que lavar los platos con agua fría puede tener consecuencias negativas tanto para la higiene de tu vajilla como para la vida útil de tu cocina.
Por qué el agua fría no es suficiente
El agua fría no es eficaz para eliminar grasas ni restos de comida adheridos. Las partículas de grasa tienden a endurecerse con temperaturas bajas, lo que hace que se adhieran aún más a los platos, ollas y utensilios. Esto no solo dificulta la limpieza, sino que también favorece la acumulación de bacterias y malos olores.
Además, si los restos de grasa no se eliminan correctamente, con el tiempo pueden obstruir las tuberías del fregadero, provocando atascos y problemas de fontanería que resultan costosos de reparar.
Impacto en la higiene
El uso de agua fría impide alcanzar una desinfección adecuada. Muchos gérmenes y bacterias presentes en los restos de alimentos requieren temperaturas superiores a los 60°C para ser eliminados de manera efectiva. Por lo tanto, lavar los platos solo con agua fría deja tus utensilios y vajilla potencialmente contaminados, algo que podría afectar la salud de tu familia.
Daños a largo plazo en tu cocina
No solo los platos sufren. El uso constante de agua fría para lavar puede favorecer la formación de biofilm —una capa invisible de bacterias— en el fregadero, las tuberías y los desagües. Este biofilm es difícil de eliminar una vez formado y puede provocar malos olores persistentes, además de convertirse en un foco de infecciones.
¿Cuál es la forma correcta de lavar los platos?
Para una limpieza efectiva, se recomienda utilizar agua caliente combinada con un detergente de buena calidad. El agua caliente ayuda a disolver las grasas de manera más rápida y efectiva, facilita la eliminación de restos de comida y mejora la acción del jabón, asegurando una desinfección más completa.
Si deseas ahorrar energía, una buena opción es remojar previamente los platos en agua caliente y luego proceder al lavado. También es recomendable enjuagar con agua caliente para terminar de eliminar cualquier residuo de jabón o grasa.
Aunque usar agua fría para lavar los platos puede parecer una opción sencilla y económica, a largo plazo puede traer más problemas que beneficios. Para mantener tu cocina limpia, libre de bacterias y evitar daños a tu instalación de plomería, es esencial incorporar el uso de agua caliente en tu rutina de lavado de platos.