La FIBROMIALGIA: La enfermedad de las emociones no expresadas

La fibromialgia es una condición médica compleja y crónica que afecta a millones de personas en todo el mundo. Es un trastorno neurológico caracterizado por dolor generalizado en los músculos, ligamentos y tendones, así como fatiga y sensibilidad excesiva en diversas áreas del cuerpo.

Aunque la fibromialgia ha sido reconocida como una enfermedad desde hace varias décadas, todavía se considera en gran medida un misterio médico, ya que su causa exacta no ha sido completamente comprendida.

Si bien es cierto que el estrés y las emociones pueden influir en la percepción del dolor y en la intensidad de los síntomas de fibromialgia, esto no implica que las emociones no expresadas sean la causa subyacente de la enfermedad.

En esta introducción, exploraremos algunos de los síntomas, factores de riesgo y desafíos asociados con esta compleja afección, así como las estrategias de manejo que pueden ayudar a mejorar la calidad de vida de quienes la padecen.

Que se requiere para restaurar la salud

Podemos recuperar nuestro bienestar si así lo decidimos. Poseemos la información necesaria y estamos comprometidos a transformar la forma en que la humanidad se relaciona con su entorno.

Requiere un profundo cambio en nuestra mentalidad, emociones y conducta, que dé lugar a un individuo renovado, saludable, libre y lleno de felicidad.

Estimulación transcraneal:

La estimulación transcraneal se fundamenta en la generación de corriente eléctrica en áreas específicas del cerebro. Aunque es cierto que la corriente eléctrica puede producir campos electromagnéticos, algunos podrían considerar que este enfoque no es el más apropiado para tratar la fibromialgia.

Si nuestro objetivo es aumentar los niveles de neurotransmisores como la serotonina y la melatonina, existen alternativas menos invasivas, como los cambios en la alimentación, que representan el primer enfoque terapéutico.

Para incrementar la presencia de neurotransmisores, recomiendo consumir alimentos ricos en triptófano, como los frijoles o porotos, ya que tienen la capacidad de estimular la producción de estos importantes mensajeros químicos.

Cambio de actitud con respecto a la vida:

Para sanar, es crucial realizar ciertos cambios en nuestra actitud. Dejemos de considerarnos víctimas y asumamos la responsabilidad de nuestras vidas. Pasemos de ser pasivos a ser activos, tomando el control de nuestra salud y empoderándonos como protagonistas de nuestro bienestar.

No esperemos que otros nos curen, debemos rebelarnos y tomar decisiones que guíen nuestras vidas.

Además, es esencial modificar nuestro estilo de vida, simplificándolo y reduciendo el estrés. Reemplacemos los patrones establecidos por experiencias pasadas y aprendidas, lo cual nos permitirá decir «no» sin sentirnos culpables. Con estos cambios, podremos encaminarnos hacia una verdadera curación y bienestar.

Cambio en el estilo de vida que llevamos:

Es cierto que las enfermedades pueden tener origen en desequilibrios psicoemocionales, y empeoran debido a un estilo de vida poco saludable y malos hábitos alimenticios.

En la actualidad, esta condición se ha propagado debido a la exigencia autoimpuesta que las mujeres enfrentan para cumplir con múltiples roles en la vida moderna, como profesionales, madres, encargadas del hogar y mantener relaciones sociales, entre otros. Esta presión puede hacer que les resulte difícil tener el control sobre su propia vida.

Dentro de lo posible, es vital efectuar cambios en el estilo de vida SIN exigirnos demasiado.

CONSEJOS:

Tratamiento médico: Consulta con un médico especialista en reumatología o dolor crónico para obtener un diagnóstico preciso y un plan de tratamiento adecuado. Pueden recetar medicamentos para controlar el dolor, la inflamación y mejorar el sueño.

Terapias físicas: La fisioterapia, el ejercicio suave y otras terapias físicas pueden ayudar a mantener la flexibilidad, mejorar la fuerza muscular y reducir la rigidez.

Terapias cognitivas y conductuales: Las terapias como la terapia cognitivo-conductual pueden ayudar a manejar el estrés, la ansiedad y mejorar la forma en que se afronta el dolor.

Ejercicio regular: Realizar actividad física de bajo impacto, como caminar, nadar o hacer yoga, puede contribuir a mejorar la circulación, reducir el dolor y mantener una buena salud general.

Descanso adecuado: Es fundamental establecer rutinas de sueño regulares y asegurarse de tener un ambiente adecuado para dormir.

Dieta saludable: Consumir una dieta equilibrada y nutritiva puede ayudar a mejorar la salud general y reducir la inflamación.