El consumo de carne molida puede representar un riesgo mayor de lo que muchos imaginan. Según un estudio reciente de Consumer Reports, la carne molida vendida en supermercados y tiendas de alimentos en Estados Unidos sigue presentando altos niveles de contaminación fecal, un problema que se ha mantenido a lo largo de los años.
Bacterias en la Carne Molida: Un Peligro Invisible
El análisis realizado incluyó 300 paquetes de carne molida comprados en más de 100 establecimientos de distintas ciudades. Los resultados fueron alarmantes: todos los lotes analizados contenían bacterias indicadoras de contaminación fecal, como enterococos y E. coli, las cuales pueden causar infecciones graves en el sistema urinario y en el torrente sanguíneo.
Sin embargo, no toda la carne molida es igual. Se encontraron diferencias importantes entre la carne proveniente de ganadería convencional y la de animales criados sin antibióticos, alimentados con pasto o certificados como orgánicos.
Carne Convencional vs. Alternativas Más Sostenibles
Los estudios demostraron que la carne molida de producción convencional tiene una carga bacteriana significativamente mayor. Casi el 20% de las muestras contenían bacterias resistentes a múltiples antibióticos, una cifra alarmante si se compara con la carne de reses criadas en pastizales, donde este porcentaje fue tres veces menor.
El problema radica en el proceso de producción. En los mataderos, la manipulación de los animales facilita la propagación de bacterias fecales. Cuando se procesan grandes volúmenes de carne, los residuos pueden transferirse a la carne molida, contaminando incluso el centro de cada hamburguesa.
Además, la carne molida no proviene de un solo animal, sino que es una mezcla de carne y grasa de varias reses, lo que aumenta el riesgo de contaminación cruzada.
El Impacto de la Alimentación del Ganado
El estudio también señala que la dieta de las vacas influye en la carga bacteriana de la carne. Aunque los bovinos se alimentan de pasto en sus primeros meses de vida, en la producción industrial pasan sus últimos meses en corrales de engorde, donde consumen maíz y soja, a pesar de que sus sistemas digestivos no están diseñados para procesar estos alimentos. Esta alimentación genera un ambiente ácido en el estómago de los animales, aumentando la proliferación de E. coli en sus excrementos.
Pero la alimentación del ganado va más allá de los granos. En algunos casos, se les suministran dulces como gomitas y chocolates para aumentar su ingesta calórica, así como pellets de plástico para suplir la falta de fibra. También se ha documentado el uso de subproductos de cerdos y pollos, estiércol seco y virutas de cama de aves de corral en su dieta.
Uso de Antibióticos y Resistencia Bacteriana
Para prevenir infecciones y acelerar el crecimiento, el ganado recibe dosis regulares de antibióticos, lo que contribuye al desarrollo de bacterias resistentes a múltiples fármacos. De hecho, uno de los antibióticos más usados, la tilosina, está en la lista de medicamentos «muy importantes» para la salud humana según la Organización Mundial de la Salud.
Cómo Reducir el Riesgo al Consumir Carne Molida
Dado que la contaminación fecal es prácticamente inevitable en la carne molida, los expertos recomiendan tomar precauciones:
- Optar por carne proveniente de sistemas de producción más sostenibles, como la certificada orgánica o alimentada con pasto.
- Manipular la carne con cuidado en la cocina, evitando la contaminación cruzada con otros alimentos.
- Cocinar la carne molida a una temperatura mínima de 160°F (71°C) para eliminar cualquier bacteria peligrosa.
El informe concluye que, aunque es imposible eliminar por completo la contaminación en la carne molida, los consumidores pueden reducir los riesgos mediante una compra informada y una correcta preparación de los alimentos.