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¿Es verdad que el sapo cura el dolor de muela?

Como bien sabemos en diferentes culturas y desde épocas inmemoriales se adjudican a los sapos y a las ranas una serie de propiedades curativas, de hecho hay un viejo remedio casero que se atribuye a este anfibio. Más precisamente se trata de una receta de nuestras abuelas que decía que el dolor de muelas se curaba con un sapo.

A ciencia cierta no se sabe, sin embargo se creía que frotando con la panza de un sapo por la zona dolorida de la cara podría tener un efecto curador para la persona que lo estaba padeciendo. Sin embargo, la pregunta obligada es esta:

¿Será cierto esta afirmación o se trata solo de un mito o una creencia? ; ¿Existen pruebas de que es realmente eficiente este método casero?

A continuación veremos lo que ha revelado un estudio relacionado con esto:

Índice

    Que dice la ciencia

    La explicación científica dice que el sapo posee glándulas que producen una sustancia que baña o moja toda su piel y que produce la adrenalina y noradrenalina, una sustancia que genera vasoconstricción al contacto. Por lo cual, la piel del sapo al ser fría y hacer contacto con la piel dolorida, esa sustancia se absorbe y provoca una anestesia local en la zona afectada de la muela.

    Sin embargo, siempre quedan cabos sueltos y por esta razón no se sabe a ciencia cierta tal eficacia. Además tengamos en cuenta que en tiempos remotos no se disponía del adelanto científico que hoy si tenemos a nuestro alcance, tampoco de las posibilidades de acudir a alguna farmacia y poder adquirirlo de manera inmediata.

    ¿Mito o Verdad?

    Para ser objetivos se puede llegar a la siguiente conclusión, las creencias bien arraigadas generalmente se basan en la eficiencia que ya se vivió y experimentó en varias generaciones. Por lo cual, es difícil ir en contra de lo ya comprobado por vivencias propias.

    Por otro lado, la ciencia hace lo suyo basándose en Estudios y razones comprobables en laboratorio. Para tales conclusiones se enmarcan dentro de las leyes que profesan según la ciencia. Así y todo, siempre quedan cabos sueltos o grietas sin explicación que solo quedan en manos de Dios y en las creencias.

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