De cómo nacieron las Cataratas del Iguazú

De Cómo Nacieron las Cataratas del Iguazú

Leyenda de Misiones

Poderosos y sinuoso corre el río Iguazú, el “agua grande” como le llamaban los indígenas que vivían en sus cercanías.

El río al que agradecían que fertilizara sus tierras y les brindase agua y frescura, pero también temían pues en su profundidad habitaba Boi, la enorme y monstruosa Serpiente, que insaciable exigía cada año el sacrificio de una doncella.

Y era por esta cruel exigencia que año tras año la más hermosa de las muchachas de entre todas las tribus, era ofrendada al río para calmar a la perversa serpiente, impidiendo de este modo que en su furia anegase las tierras donde vivían, o trajese males peores. Poderosa, irritable e impredecible era Boi, tan pronto calma como furiosa, colmando el cauce cuando estaba satisfecha o dejándolo escaso de agua cuando algo le enojaba.Sabedores de su cambiante humor, las tribus aceptaban el sacrificio con tal que eso la mantuviese contenta.

¡Nadie nunca se había atrevido a hacerle frente!

Nadie hasta el año en que llegado el tiempo del sacrificio, al mando de su gente arribó a orillas del Iguazú, Tarobá, un joven y apuesto cacique, que nada más ver a Naipí, la doncella elegida ese año para ser ofrendada a Boi, se enamoró tan profundamente que sin poder contenerse enfrentó al consejo de ancianos exigiendo que no la entregaran. En vano fueron sus argumentos, sus súplicas, sus amenazas. Más temían a Boi que al joven guerrero.

Viendo que nada conseguía decidió raptarla, y en la madrugada del día del sacrificio se introdujo donde tenían a Naipí encerrada, la cargó en brazos hasta depositarla en su canoa y sin vacilar intentó alejarse por el río. ¡Necio Tarobá! ¿No imaginó que Boi impediría que le arrebataran su ofrenda? ¡No!, Tarobá enceguecido de amor solo pensaba en la huida.

Ya se alejaban de la orilla cuando Boi, nadie sabe cómo, supo de este atrevimiento y enfurecida como nunca se sacudió encorvando tanto su lomo que partió el curso del río en brazos gigantescos que atraparon a los fugitivos, separándolos para siempre.

A Tarobá lo convirtió en los árboles que desde entonces habitan en lo alto de las cataratas nacidas de su furia. A Naipí con sus largos cabellos la transformó en la potente caída del agua. Satisfecha de su venganza se hundió en la Garganta del Diablo desde donde vigila hasta hoy para que los amantes jamás puedan unirse.

Dicen aquellos que saben la historia que a los dioses del cielo les entristeció el castigo sufrido por los amantes y por ello cada tanto hacen nacer un arco iris en pleno día para que puedan por un momento juntarse.

 

Adaptación: Ana Cuevas Unamuno

Imagen: Taringa Net

error: Contenido protegido por derechos de autor