Esta receta clásica de la abuela no solo es deliciosa: es una forma de mantener vivas las costumbres, los sabores caseros y ese aroma de cocina de antes que nos transporta a la infancia. Con ingredientes simples y al alcance de todos, esta conserva de berenjenas y morrones en salsa de tomate es ideal para hacer en cantidad, guardar en frascos y tener siempre a mano una comida rica, práctica y saludable.
Además, es una excelente manera de aprovechar los vegetales de estación, ahorrar dinero y reducir el desperdicio de alimentos.
Un poco de historia y tradición
Esta receta tiene origen en muchas cocinas del interior del país, pero también guarda similitudes con conservas típicas del Mediterráneo, como en Italia o en la zona de los Balcanes. Las abuelas solían prepararla a fines del verano, cuando las huertas daban sus últimas cosechas de morrones y berenjenas, y era común hacer varias conservas para tener en el invierno.
No es solo una receta: es una forma de conectar con nuestras raíces, de compartir y de cuidar. En muchos hogares aún se repite cada año como parte de una tradición familiar.
Ingredientes:
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2 kilos de berenjenas con piel
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12 morrones rojos y/o amarillos
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800 g de puré de tomate concentrado
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150 g de ajo
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1 vaso de aceite de girasol (200 ml aprox.)
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2 vasos de azúcar (400 g aprox.)
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2 cucharadas de sal gruesa
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2 cucharadas de vinagre blanco al 9%
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Perejil fresco picado a gusto
Opcional para variar:
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1 hoja de laurel
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1 cucharadita de pimentón dulce o ahumado
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Ají molido, si querés darle un toque picante
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Semillas de coriandro o mostaza, para un toque aromático
Paso a paso detallado
1. Preparación de la base de salsa
Diluí el puré de tomate con agua hasta lograr 3 litros de salsa. Podés usar también tomates naturales pelados y licuados, si preferís una versión más artesanal. Calentá la mezcla y agregale el azúcar, la sal, el vinagre y el aceite. Mezclá bien.
2. Preparación de las verduras
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Cortá las berenjenas en medias rodajas (de 0,5 cm), con cáscara.
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Cortá los morrones en tiras tipo juliana.
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Picá el ajo bien chiquito.
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Lavá y picá el perejil.
Consejo: Si las berenjenas están muy maduras o amargas, podés dejarlas en un bol con sal durante 20 minutos y luego enjuagarlas para quitarles el sabor amargo.
3. Cocción
Agregá las verduras cortadas a la salsa ya caliente. Cociná a fuego bajo durante unos 30 a 40 minutos, revolviendo cada tanto, hasta que todo esté tierno y bien impregnado del sabor del tomate.
Tip: No tapes del todo la olla, así la preparación reduce un poco y se concentra mejor el sabor.
4. Envasado en caliente
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Esterilizá frascos de vidrio hirviéndolos 10 minutos junto con las tapas.
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Llená los frascos con la preparación caliente hasta el borde.
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Cerralos herméticamente y dales vuelta (boca abajo).
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Cubrilos con una manta gruesa y dejalos enfriar lentamente por 12 horas.
Este método crea vacío natural y permite conservar sin conservantes artificiales.
¿Cómo consumir esta conserva?
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Como guarnición caliente o fría para carnes, milanesas, arroz, pastas o polenta.
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En un sándwich gourmet con pan casero, queso cremoso o jamón crudo.
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Como entrada o antipasto, servida con pan de campo o focaccia.
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Sobre pizzas, tartas o empanadas como relleno.
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En una picada, junto a quesos, aceitunas y fiambres.
Ideas para variar la receta
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Agregá cebolla en pluma o zanahoria rallada para una versión más completa.
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Probá con un poco de vinagre de manzana o vino blanco para cambiar el perfil del sabor.
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Reemplazá el perejil por albahaca fresca o orégano seco si querés un toque mediterráneo.
Consejos de conservación
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Guardá los frascos en un lugar fresco, seco y oscuro.
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Una vez abiertos, conservá en heladera y consumí en 5 a 7 días.
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Etiquetá los frascos con la fecha de elaboración para controlar el tiempo de guarda.
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Siempre revisá que el frasco haga «clic» al abrir: eso indica que estaba correctamente sellado.
Conclusión
La receta de berenjenas con morrones al estilo de la abuela no solo es riquísima: también es un homenaje a esas cocinas llenas de aromas, historias y manos trabajadoras que nos enseñaron a cocinar con amor.
Es una preparación que rinde muchísimo, se conserva por meses y se adapta a todos los gustos. Y lo mejor: no necesitás ser chef ni tener ingredientes raros. Solo ganas de cocinar algo sabroso y compartirlo.