Águila Coronada

El águila coronada (Buteogallus coronatus), recibe su nombre por su característico copete nucal. En algunas regiones suelen llamarla águila silbona por su largo y agudo silbido “uiiií”. Su coloración es gris pardusca con el dorso más oscuro y la cola negra con una faja blanca.

Es el águila de mayor tamaño dentro de su rango de distribución y, como es regla en casi todas las grandes rapaces, las hembras son mayores que los machos. Los tamaños aproximados son de 72 cm. y 2,6 a 2,8 kg. las hembras y 62 cm. y 3 a 3,5 los machos. Además pueden alcanzar una envergadura alar de hasta 3 metros (hembras).

Águila Coronada

Son aves imponentes y grandes predadores. Cumplen un importante rol en la naturaleza ya que pueden consumir desde pequeños mamíferos, como roedores, hasta serpientes venenosas, como la yarará. Sus presas también incluyen armadillos, zorrinos, maras, lagartos, aves, peces y hasta carroña. También puede consumir algunos predadores como el gato montés. En época de cría, generalmente el macho es quien lleva la presa al nido y la hembra se encarga de alimentar al pichón. Se ha observado en forma directa que cazan durante el día, acudiendo a alguna percha hacia el crepúsculo.

Suelen nidificar en árboles de gran porte ubicados generalmente en lugares abiertos, criando un solo pichón por año o incluso año de por medio. Esta etapa ocurre entre septiembre y noviembre, dando lugar a una incubación de 45 días, y finalmente la eclosión del huevo que se da entre diciembre y enero. El pichón comienza a salir del nido para explorar, a partir de los 70 días. El juvenil presenta la cabeza ocrácea, el pecho manchado de pardo y el resto ventral ocráceo estriado.

Águila Coronada juvenil

Es una especie endémica de América del Sur (Argentina, Bolivia, Brasil y Paraguay). En Uruguay se la considera extinta. En nuestro país se distribuye en el NOA, NEA y centro llegando hasta la provincia de Río Negro. Prefiere ambientes abiertos desde sabanas hasta bosques.

Sus poblaciones se encuentran en tendencia decreciente, por lo que se la considera en peligro de extinción tanto a nivel internacional (UICN 2014) como nacional (índice SUMIN 2008). También está catalogada dentro de CITES II.

A pesar de habitar una gran variedad de ambientes, se encuentra en peligro debido a la fragmentación y modificación de su hábitat, caza furtiva, envenenamiento, electrocución por tendido de cables eléctricos y atropellamientos. El desconocimiento de buena parte de la biología de la especie es el factor limitante a la hora de plantear estrategias para su conservación.

Su caza está prohibida en Brasil y Paraguay y en Argentina la especie se encuentra protegida en la provincia de La Pampa. Además fue declarada Monumento Natural del departamento de Lavalle (Mendoza) y ha sido propuesta como Monumento Natural Nacional.

En nuestro país existen varios proyectos de conservación, que intentan lograr mayor concientización en la población y acciones concretas de rescate, rehabilitación y reintroducción de esta especie. Un ejemplo es el Programa de Conservación y Rescate de Aves Rapaces (PCRAR) que se lleva a cabo en el jardín zoológico de Buenos Aires desde hace ya 14 años. Otro es el Centro para el Estudio y Conservación de las Aves Rapaces en Argentina (CECARA), el cual fue creado en el año 2001 en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad Nacional de La Pampa.

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