Si alguna vez descubriste una cebolla brotada en tu cocina, no la tires. Ese brote es una oportunidad perfecta para multiplicar tus plantas y obtener hojas tiernas para cocinar durante meses. Con un método muy sencillo, podrás transformar una sola cebolla en varias plantas nuevas, listas para producir verdeo de manera continua.
1. Preparar la maceta y plantar la cebolla brotada
El primer paso es elegir una maceta con buen drenaje y llenarla con tierra suelta. Toma la cebolla brotada y entierra solo la mitad inferior, dejando los brotes expuestos. Riega suavemente y coloca la maceta en un lugar bien iluminado, preferiblemente con luz natural indirecta.
Con el paso de los días, notarás algo interesante:
la cebolla original comienza a descomponerse, liberando toda la energía acumulada para alimentar los brotes nuevos.
2. Separar las nuevas plantas
Cuando los brotes se hayan fortalecido, podrás dividirlos. Solo necesitas cortar cuidadosamente el tallo basal, asegurándote de que cada sección tenga sus propias raíces.
Si tu objetivo es usarlos para verdeo, puedes plantarlos juntos en una misma maceta, ya que no compiten de manera agresiva y producen hojas continuamente.
3. Cómo cosechar las hojas sin dañar la planta
Para obtener hojas frescas de manera constante, usa una tijera y realiza cortes intercalados. Esto permite que la planta tenga tiempo de regenerar nuevas hojas mientras sigues cosechando otras.
La clave es no cortar todo de una sola vez: deja siempre parte del follaje para que la planta continúe fotosintetizando.
4. Flores y semillas: un aprovechamiento completo
Con el tiempo, las plantas desarrollarán flores comestibles, suaves y con un sabor delicado ideal para ensaladas o guarniciones.
Al finalizar el ciclo, esas flores formarán semillas que podrás recolectar y volver a sembrar en tu huerta, cerrando así un ciclo de cultivo práctico, económico y sostenible.
