El coipo (Myocastor coypus) es también conocido como falsa nutria o nutria criolla, esto se debe a que cuando llegaron los españoles a América, bautizaron a las plantas y animales con los nombres de lo que ellos conocían. Sin embargo, el coipo es del orden Rodentia, mientras que la nutria pertenece al orden Carnívora, nuestro equivalente es el lobito de río (Lontra longicaudis).
El coipo es un roedor relativamente grande, 43 a 63 cm. de longitud (siendo los machos más grandes que las hembras), sumado a 25-45 cm. de cola larga, cilíndrica y con pocos pelos. Su peso va de 4 a 10 kg. Es de hábitos semiacuáticos y herbívoros, nativo del SE de América del Sur.
Posee orejas pequeñas que pueden ocluirse durante la inmersión, y al igual que el carpincho, presenta ojos, narinas y orejas en la misma línea, para mantener sus sentidos principales fuera del agua. Presenta vibrizas que actúan como órgano sensorial táctil. Las patas traseras están más desarrolladas que las delanteras, con cuatro dedos unidos por una membrana y el quinto prácticamente suelto o unido por una pequeña membrana. En cambio los cuatro dedos de las extremidades anteriores están desprovistos de membrana.
La coloración del cuerpo es parda, con importantes incisivos anaranjados, que utiliza para roer la corteza de los árboles y alimentarse de raíces y plantas acuáticas. Además construye cuevas que a menudo tienen salida al agua. También construyen plataformas con ramas, que utiliza para comer y descansar. En las zonas en donde habita se suelen encontrar numerosas sendas que a veces forman túneles entre la vegetación.
La cópula se lleva a cabo en el agua o en la orilla. La hembra puede copular con uno o varios machos, mientras dura el celo. Se reproducen prácticamente todo el año. Pare entre 4 a 6 crías por camada. El período de gestación es de 130 días aproximadamente. Las mamas de la hembra están situadas muy alto en los flancos, lo que le permite amamantar de pie. El destete es a partir de los 2 meses.
Por sus características anteriormente mencionadas, sumado a su alta tasa reproductiva, su tolerancia a diferentes condiciones climáticas e hidrológicas y su elevada capacidad de dispersión y colonización hacen que sea una de las especies más representativas de los grandes sistemas de humedales de nuestro país, particularmente de nuestra región Litoral.
Por otro lado, y debido fundamentalmente al valor comercial de su piel y, en menor medida, al aprovechamiento de su carne, constituye una tradicional y muy importante fuente de recursos para las comunidades humanas que habitan dichos ecosistemas. Es por esto que la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación, en el 2001 desarrolló el Proyecto Nutria, el cual consiste en un sistema de aprovechamiento sustentable que establece los cupos máximos de cosecha para la especie. Intenta revalorizar los beneficios del uso del recurso para los habitantes locales involucrados, gestionando a la vez la implementación de reservas estrictas que protejan el hábitat de la especie y otorga becas para investigación. Actualmente está catalogada como de preocupación menor por la UICN (2014).
