Leyenda de Maitén y el dios del lago

Leyenda de Río Negro- Argentina

 

Esta historia que me han contado y hoy les cuentos sucedió en el tiempo en que las tierra del sur se vestían con las tolderías y el ir y venir de las tribus.

En una de esas tolderías, alzada en la cercanías del lago Nahuel Huapi, vivía la bella Maitén, quién,  como era costumbre en su pueblo, estaba prometida desde pequeña a Coyán. Tal era su hermosura y simpatía que muchos jóvenes debían hacer esfuerzos para admirarla en silencio, pues sabido es que nunca trae fortuna amar a la mujer de otro.

Coyán amaba a la muchacha y afortunadamente ella lo amaba a él. Juntos jugaban, compartían las tareas diarias, reían y  soñaban con la familia que construirían.

Dicen los que saben que la felicidad no dura para siempre; y así sucedió con la dicha inocente de estos jóvenes; un mal día en que dos indios pehuenches, llegados de lejos para cazar, descubrieron a Maitén a orillas del lago. Fue verla y quedar prendados de su hermosura al instante, y al instante siguiente ya peleaban para ver cuál de los dos se quedaba con ella. Antes de que la ira los cegara, recapacitaron comprendiendo que no era bueno que dos hermanos peleasen rompiendo así sus fuertes lazos de sangre. Prometiéndose que no habría entre ellos celos ni venganza, decidieron dejar que fuese ella quien decidiese. De inmediato se le acercaron a preguntarle.

Pasada la primera sorpresa al verse sorprendida por extraños, Maitén les escuchó con respeto y con idéntico respeto les agradeció la propuesta explicándoles que era del todo imposible pues ya estaba ella prometida desde pequeña y amaba a su futuro esposo.

Grande fue la furia de los jóvenes al sentirse desairados y juraron  no darse por vencidos.  Con este fin dirigieron sus pasos a casa de una vieja adivina, a la que exigieron que les ayudara para que uno de ellos desposase a la jovencita.

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