Leyenda del surubí

Leyenda del surubí

Leyenda del surubí

Surubi

La leyenda del surubí comienza con Ignacio y Ramón, quienes eran compadres y vecinos, y compartían conocimientos ancestrales provenientes de los pueblos originarios.

Ambos le daban significancia a los ciclos de la luna, tejían las redes y tendían espinales. Una mañana, Ignacio estaba arreglando su canoa, de pronto vio que algo inusual se acercaba a la costa. Al aproximarse más, notó que era un sombrero. 

Ignacio ingresó al río lo agarró. Se sorprendió al darse cuenta de que la base de la copa era de cuero de yuguareté. Se alegró mucho, pues siempre había escuchado que el cuero del felino otorgaba poder a quien lo tuviera.

En adelante, Ignacio solo presumía su posesión y Ramón se dejó enceguecer por la envidia.

Un día, Ignacio convidó a su amigo a cazar lobitos de río, pese a su ira, Ramón aceptó. Llevaron suministros, rifles, facones y cuchillos especiales para sacudir a los animales y, una pértiga de caña tacuara para bordear los matorrales costeros. 

Cuando consiguieron un sitio adecuado, construyeron un campamento y después pusieron trampas. Por la noche fueron a verlas, el resultado fue bastante positivo para Ignacio, quien capturó quince ejemplares.

Sin embargo, Ramón solamente cogió uno. Pensó que la piel del yaguareté del sombrero de Ignacio convocaba poderíos que lo beneficiaban. Enceguecido de odio, empezó a beber y a blasfemar en contra de su amigo. Ignacio, después de escuchar un comentario que lo hizo sentir deshonrado, lo retó a lucha.

Rodaron por la barranca, en un instante, Ramón hirió a Ignacio con su facón. La sangre brotó impresionantemente, aun así trató de quitarle a toda costa el sombrero, pero Ignacio lo cogió entre sus manos y lo apretó inhumanamente antes de morir. 

Ramón logró arrancarlo de las manos petrificadas de su compadre, al hacerlo, cayó al río abrazado al sombrero. 

Dios, para castigarlo, lo transformó en un pez sin escamas: el surubí. Tiene manchada la piel como la del cuero que causó la desdicha. Se dice que caza de noche, pues se avergüenza por el crimen que cometió. 

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