Historia de la Empanada

historia de la empanada

El origen de la empanada es árabe. Sí, la clásica empanada árabe es la madre de todas las empanadas. Llegaron a España con los moros que la invadieron en la Edad Media y se quedaron por diez siglos, tiempo de sobra para que la invasión culinaria se volviera costumbre y tradición. Se hicieron españolas en un montón de versiones. Hasta tienen una versión mini que se llama “empanadilla”.

Hay referencias históricas que remontan a la empanada a la antigua Persia. Y desde ahí fueron adoptadas por los árabes, sus fatay o esfiha tradicionales. Ellos las hacen con carne de cordero y trigo. La ocupación árabe la lleva a España y los colonizadores españoles la importaron a América.

Ya en nuestras tierras la empanada se reinventó de tantas maneras como sitios en los que fue quedándose. Según los gustos de los diferentes países  fue más  menos jugosa, picante o suave, cocinada al horno o freídas. Algunas serán condimentadas con comino, y otras encerrarán el rico picor del ají peruano. Las argentinas gustan de decorarse con aceitunas o pasas de uva.

En comidas típicas, la empanada criolla le sigue muy de cerquita al asado en Argentina. Aquí entró por el lado de la cordillera, cruzó la pampa y llegó hasta la costa. Cada provincia le puso su toque distintivo con sus productos regionales. Así existen tantas empanadas como provincias.

En La Rioja a la carne se le pone cebolla de verdeo y papas, y también hay una versión de la misma más picante, cuando se le agrega ají. En Córdoba son pinceladas con un batido de huevo y azúcar. La tucumana lleva aceitunas  y pasas de uva. Las mendocinas guardan un secreto junto con las de San Juan: llevan partes iguales de carne y cebolla. En Salta se come con las rodillas abiertas, porque son muy jugosas y también picantes, pero dicen que por jugosas no hay quien le gane a la empanada de Santiago del  Estero.

La receta también cambia en cada casa, vos ¿qué le ponés?

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