Carta de un Gaucho

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(Tomado de la revista Claridad  mayo de 1936)

 La Voz del Gaucho a quien se exalta en la ciudad y se explota en el campo

Compadre Zamora:

Sé que es usted un hombre de ley, un criollo de los buenos, por eso recurro a sus servicios. Nunca he leído la revista que usted saca pero gente bien informada me ha dicho que en ella se reciben los artículos que defienden a los pobres y a los desamparados.

Vea amigazo Zamora, yo soy el criollo ese que le ofreció el asado con cuero al míster ese que es presidente de los Estados Unidos, en el almuerzo íntimo que se le ofreció en la embajada yanqui el día de su llegada a nuestra tierra.

La idea fue de mi patrón Don Celedonio Pereda¨. ¡Lo que he sufrido señor, solo lo saben Dios y yo!, durante un mes me estuvieron ensayando de cómo debía entrar al comedor, cómo saludar y qué decir. Después me ensayaron en el vestido, pero si bien es cierto que me vistieron de gaucho, se lo juro ¡yo nunca había visto ropa de esa clase! Figúrese: botas de potro, espuelas de plata y en la cintura un rico tirador recamado de monedas de plata, patacones auténticos, y el infalible facón de lujo cruzado en la espalda.

Llegó el día tan ansiosamente esperado, Don Celedonio andaba preocupado, “con tal que el indio ese no haga macanas”, lo decía por mí.

Menos mal que todo salió a pedir de boca. Hice unas cuantas payasadas que todos festejaron, algunas damas elogiaron mi educación, si no parece gaucho decían. Cuando vi que había causado excelente impresión aumento mi confianza y amplié el repertorio, el míster quedó contento, el público también, y yo, el pobre Tonny, recibí de mi patrón un fuerte abrazo, pero previamente me despojaron de la lujosa y brillante vestimenta. Una vez que la limpien bien la usará el niño en una fiesta que darán en breve en la estancia para revivir las tradiciones patrias.

Dirá usted ¿ahora a qué se debe el título de mi carta? Se lo voy a explicar brevemente, yo nunca antes había estado en Buenos Aires, a pesar de que la estancia del patrón queda a las puertas de la ciudad y su familia viaja todos los días en tren, en auto y ahora también en aeroplano. Gaucho atrasado dirá usted sin duda, pero qué quiere que haga, no viajo a Buenos Aires, y ganitas no me faltan, por la misma razón que me impidió jamás ver un atavío de gaucho como el que lucí en homenaje al míster. ¿Qué quiere que haga con los miserables  30 pesos que gano por mes? Bueno al día siguiente leo en La Nación;  lo trajo el hijo del patrón; para que viera la impresión que había causado mi actuación. Ahí decía que yo era un gaucho tan auténtico que a pesar de mis cuarenta años jamás había pisado la capital. ¡Gaucho auténtico! ¡Já Já! Gaucho pobre amigazo Zamora. Gaucho con el bolsillo siempre vacío, sin un centavo para comprarle una pilcha a mi china, ni un juguete a mis hijos. ¿Gaucho auténtico? ¡No, no! Gaucho pobre, gaucho muerto de hambre ¡eso sí!

Si me publica la carta se lo agradeceré, y si no le viene mal ¿me manda la revista? Estoy seguro que por aquí no la ha de traer el patrón.

Su amigo.

EL GAUCHO DEL ASADO A MÍSTER ROOSEVELT.

Recopilación y Adaptación: Ana Cuevas Unamuno

Imagen tomada de Tripin Travel

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