Actualidad de los Tonocotés de Santiago del Estero

Comunidad "LLajtaymanta Tonocote Kaypitían", Consejo de la Nación Tonocote Llutqui. Ceremonia de la Pachamama, Año 2009.
Comunidad «LLajtaymanta Tonocote Kaypitían», Consejo de la Nación Tonocote Llutqui. Ceremonia de la Pachamama, Año 2009.

Los tonocotés son un pueblo originario que habita en la región mesopotámica de la provincia de Santiago del Estero, entre los ríos Dulce y Salado. Actualmente son conocidos como suritas, descendientes mestizos de los antiguos tonocotés. Se organizan principalmente en comunidades rurales, que suman unos 9.000 habitantes distribuidos en los departamentos de San Martín, Figueroa y Avellaneda. Hablan un dialecto propio que deriva del quichua santiagueño.

El Kamáchej es la máxima autoridad de cada comunidad, elegido mediante asamblea cada cuatro años. Esta asamblea tiene lugar durante la fiesta del Inti Raymi, en el solsticio de invierno, cuando se celebra el año nuevo indígena. Existen en Santiago del Estero más de 20 comunidades tonocoté con su respectivo Kamáchej. Antes del avance de la modernidad en su territorio, eran sedentarios agricultores (cultivaban maíz, zapallo y porotos) y además practicaban la caza, la pesca y la recolección. Criaban aves domésticas, ñandúes y llamas y recolectaban algarroba, tuna, mistol y raíces silvestres como la yuca. También eran excelentes artesanos: realizaban alfarería, cestería, tejido en telar, entre otras cosas. Hoy en día, como muchos otros pueblos originarios de nuestro país, los tonocotés tienen problemas con la tenencia de la tierra y la escasez de fuentes de trabajo. Al no contar con la tierra necesaria para cultivar y subsistir, los más jóvenes no tienen otra opción que dejar la comunidad y sumarse al trabajo de los campesinos, pero aún así no pierden el orgullo de su identidad. Muchos adhieren a la lucha del MoCaSE Vía Campesina, como campesinos y como  comunidad luchan por reivindicar sus derechos ancestrales a la tierra, el monte y el agua.

Al igual que en muchas otras regiones del país, la expansión de la zona agropecuaria en la provincia causó graves problemas a los ocupantes originarios. La tierra es esencial para su subsistencia y para el desarrollo de su cultura y su identidad, pero, debido al monocultivo de la soja y el afán de producción a gran escala, han surgido numerosos conflictos entre las empresas y los pequeños propietarios. Estos propietarios individuales muchas veces poseen títulos de propiedad de legitimidad dudosa y los empresarios de la soja intentan por todos los medios incorporar estas tierras a sus actividades agropecuarias. Existen, sin embargo, políticas del Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (INAI) destinadas a devolver tierras a los indígenas y a impulsar el desarrollo de pequeños productores. Desde la llegada de los españoles hasta el avance del Estado argentino, los tonocotés vienen siendo invisibilizados y despojados de sus tierras, en pos de un desarrollo económico que les es totalmente ajeno.

En 2010 se firmó un convenio de cooperación entre el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI) y el Encuentro de Organizaciones Territoriales de los Pueblos Originarios. Esto significó un gran avance para las comunidades tonocotés, en ese momento representadas por “Solita” Pereyra, delegada del Consejo Tonocoyr Llutqui. El objetivo del acuerdo es promover el desarrollo integrando el ambiente, los recursos, el trabajo productivo sustentable, la cultura y la identidad. También se acordó preservar las tierras de los tonocotés y proveer recursos como herramientas de trabajo y promoción de la salud.

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